domingo, 10 de diciembre de 2017

Herejía de Horus: La muerte de los dioses y los ángeles



"Nuestros nombres puede que sean olvidados y nuestros huesos reducidos a cenizas,
 pero el eco de nuestras muertes retumbará durante milenios." 
Saul Tarvitz, antes de la caída de los enclaves de las ciudades coral.

Os presento un informe de batalla de la Herejía de Horus, del último escenario de la campaña narrativa de Istvaan III, en el cual los últimos supervivientes del bombardeo y el exterminio llevado a cabo por las traidores se agrupan para esperar a que sus hermanos vengan a por ellos y vender caras sus vidas.

Tras coleccionar y pintar dos ejércitos de Devoradores de Mundos, uno traidor y otro leal, mi amigo y yo hemos ido librando cada uno de los escenarios narrativos de la campaña. Pero este, el último, era el que verdaderamente importaba, en él se decidiría el destino de los huérfanos de la traición. Si queréis saber que ocurrió aquel sangriento día en las arenas negras de Ciudad Coral, sigue leyendo tras el salto...



Los Devoradores de Mundos son un ejército muy agresivo, como jugador leal me tocaba jugar acorralado y defenderme con uñas y dientes. Según mi experiencia, defenderse no es el punto fuerte de los Devoradores. El escenario imponía algunas reglas especiales muy importantes a la hora de hacerse la lista, las más importante que el jugador traidor disponía de un extra de puntos adicionales y el jugador leal debía desplegar en el centro sin dejar nada en reserva.


La elección del Rito de Guerra que vertebraría mi ejército no dejaba lugar a dudas, sabía que mi rival iba a desplegar a Angron a la cabeza de los Carniceros Rojos, siguiendo el rito de guerra de Asalto Berserker, que ofrece numerosos bonus al ataque. De modo que los leales se prepararon a morir sin miedo, gracias al rito Huérfanos de la Traición, que otorga reglas especiales muy útiles cuando sabes que vas a luchas contra tus hermanos.

Acordamos que los leales jugarían con 2400 puntos y los traidores con 3000 y, tras muchas horas dándole a los pinceles, tratamos de sacar listas de ejército lo mayor pintadas posible. Dejo la mía a modo de ejemplo.

DEVORADORES DE MUNDOS 2400pp
RITO DE GUERRA: HUÉRFANOS DE LA TRAICIÓN

CERASTUS CASTIGADOR 380

PRAETOR 145
+Puño de combate
+Aura de hierro

BILIOTECARIO 95
-nivel psi 1

10 ESCUADRA TÁCTICA 125
10 ESCUADRA TÁCTICA 125

3 RAPIER 165
+ Matriz laser

10 VETERANOS 160
APOTECARIO 45

10 EXTERMINADORES 390
+8 Puños de combate
+Puño sierra
+Par de cuchillas relámpago
SPARTAN 355
+Pala excavadora
+Escudo de bengalas

2 MOTO DE ATAQUE 100
+Cañón de fusión 

6 MOTORISTAS 180

5 ESCUADRA APOYO PESADO 135
+Bolter pesado


Angron tampoco había venido solo, a los esperados Carniceros en el temible Land Raider Spartan, les acompañaban dos escuadras de asalto en retrorreactores, una escuadra de gladiadores en Land Raider, un colosal Banehammer y un Dreadnought Contemtor que acabaría siendo mi peor pesadilla.



Mi rival desplegó su imponente ejército rodeándome, listos para asaltarme desde el primer turno, sería un milagro si sobrevivía... ¿Lo haría?


Los motoristas recibieron lo peor del bombardeo orbital de la flota de la XIIª  legión, la mitad de ellos murieron abrasados antes de que fueran conscientes de que les llovía muerte desde el cielo. Pero pronto los cruceros y acorazados en órbita cesaron el fuego, el Primarca se acercaba a acabar con sus últimos hijos y no querían arriesgarse a impactar a su padre con una lanza orbital.


Las dos escuadras de asalto traidoras activaron sus retros, que brillaron con un fuego blanco y azulado, la espadas sierra danzaron y rugieron sedientas pero una de ellas no consiguió alcanzar a su objetivo, quedándose comprometida en tierra de nadie. La otra escuadra, comandada por el sargento Raurk´gojaar, alcanzó brutalmente a sus hermanos parapetados en los edificios de los barrios capitolinos de Ciudad Coral.


Los bolteres vomitaron andanadas de muerte mientras los traidores escalaban las ruinas, no tardaron mucho en llegar hasta los legionarios fieles al Emperador, que soltaron sus armas automáticas y desenvainaron su acero forjado en las frías lunas de Bodt y Kiahvar.

El Rhino de los traidores se lanzó envuelto en humo hacia los viejos Perros de la Guerra con su valiosa carga de Devoradores de Mundos. En su interior los hombres de Corgut aullaban cánticos de batalla.


Sir Dorian Lioncourt,  Caballero Cerastus del Mechanicum, recibió un impacto directo en el reactor de los cañones láser del Land Raider Spartan que montaba Angron. La noble máquina se retorció de dolor mientras un espeso aceite negro manaba de la herida.

El caballero de Lioncourt blandió su espada cargada de energía relampagueante y cargó sobre el Contemptor de los traidores, sus servos crujieron forzando la máquina, el enfrentamiento sería narrado en las sagas de su familia.


El inmenso Caballero Castigador descargó su espada sobre el Contemptor, la hoja de metal marciano desgajó el blindaje del Contemptor y abrió su armadura sin dificultad, Sir Lioncourt se inclinó para darle el golpe de misericordia... Era lo que el Contemptor esperaba, el aullante despojo que pilotaba el venerable ataúd saltó sobre el corazón del Caballero y machacó su puño contra el blindaje de su pecho. Los puños de ceramita y adamantio perforaron el reactor del Cerastus que estalló en una ola de fuego carmesí que les envolvió a los dos.

El Contemtor se abrió paso entre los escombros que había dejado tras de sí.


Mientras tanto, las Rapier abrían fuego una y otra vez sobre el Spartan de Angron sin lograr causarle ningún daño. Incluso los impacto térmicos de los cañones de fusión de las motos de ataque no lograban más que reblandecer el blindaje del Land Raider.

Por si fuera poco, las cosas iban de mal en peor para los leales, el Banehammer disparaba una y otra vez su enorme cañón de asedio sobre los artilleros de las Rapier, que hacían grandes esfuerzos para mantenerse en su puestos con estoicismo.


Los motoristas que habían sobrevivido al bombardeo trataron de flanquear a los atacantes, sólo para ser interceptados y eliminados rápidamente por los martillos meteóricos de los gladiadores. Los clavos del carnicero insertados en las cabezas de estos maníacos les empujaron a trepar las ruinas y abalanzarse sobre los marines tácticos que las defendían. 


Ráfagas controladas de bolter abatieron a algunos de los gladiadores antes de que se abalanzaran sobre sus hermanos, pero no estaban preparados para un combate cuerpo a cuerpo contra los elegidos de Angron. Rápidamente, todos y cada uno de los leales fueron eliminados por las armas caedere. Las hojas gemelas subían y bajaban sobre la carne empapadas en sangre.


Todo parecía perdido para los leales al Emperador, pero el Spartan de los fieles arrojó a los exterminadores sobre una de las escuadras de asalto, despedazándolos rápidamente. El Praetor Isaías Raorr le abrió el cráneo con sus propias manos a Gardak Varg, Campeón de Angron, favorito del Primarca.

Inmediatamente lo exterminadores se pusieron en marcha para limpiar el flanco y acabar con el Land Raider, los Gladiadores y el Banehammer, lo cual les mantuvo ocupados hasta que llegó el Ángel Rojo.


Los Exterminadores de Isaías Raorr desguazan el Land Raider de los Gladiadores.

El Ángel Rojo, Angron, Dios de la matanza, había renunciado a poner los pies sobre las cenizas de Ciudad Coral hasta el momento. Sus seguidores de la XIIª legión derramaban la sangre por él, Angron se acercaba mientras tanto al Praetor Isaías.

Con el Cerastus neutralizado por completo, el flanco norte les pertenecía. El Contemptor había eliminado a los veteranos que habían intentado huir y la escuadra de asalto con retrorreactores había puesto fin al fuego de las rapier.


Transcurrida casi media hora de combates y nada menos que tres turnos completos de partida, Angron desembarcó junto a los Carniceros Rojos para decapitar al líder de los Perros de la Guerra. Gorechild y Gorefather partieron en dos sin dificultad alguna al Apotecario y al Bibliotecario en un solo movimiento, el revés se llevó por delante también al sargento de los Exterminadores, su cabeza desintegrada en una lluvia de esquirlas de hueso.

El Praetor Isaías se alzó valientemente ante su destino. ¿Sería capaz de hacer frente a su padre? NO. Su padre hundió sus hachas salvajemente en las entrañas de su hijo, poniendo fin a los últimos leales de Istvaan.


Los dos últimos leales habían visto morir a todos sus hermanos desde lo más alto de la ciudad. Una ráfaga bien dirigida del bolter pesado de Acadius hizo pedazos al Contemptor. Aun así, no había nada que hacer, nada en absoluto. Los únicos que sobrevivirían serían los veteranos que habían huido, quizás por eso fueran veteranos. Habían luchado hasta el final y el final había llegado. Acadius se giró para decirle a Cr´arr que se marcharan, un disparo sobre la gorguera le había perforado la traquea, estaba muerto antes de caer al suelo.


6 comentarios:

  1. Joder que partidaza y que envidia poder disfrutar de la HH como vosotros. A la espera de más Artículos de la HH, análisis e informes.

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  2. Muchas gracias, la verdad es que tengo la suerte de tener un amigo con el que disfrutar de estas campañas. Ya lo hizimos con la de Badab y ahora la de Istvaan III. Próximamente Calth. :)

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    1. Que envidia a mi Amigo apenas le interesa el 40k y a mi cada vez me gusta menos este y más la HH. A ver si le meto por los Mil Hijos que si le gustan. X=D

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  3. Aunque de Herejía de Horus mi conocimiento es prácticamente nulo, viendo esta entrada sí me gustaría comentar un par de cosas generales... porque me apetece decirlo xD:
    -Siempre es más llamativo ver partidas (y jugar) con todo pintado. Yo llevo ya un tiempo intentando jugar solo cosas pintadas, y como ganar o perder me suele dar bastante igual, prefiero que predomine el color en mis listas.
    -Se hace muy ameno el leer un reporte narrado de esta forma. Me ha gustado mucho y espero poder leer alguno más :D

    ¡Un saludo!

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. La verdad es que se hace mucho más inmersivo jugar con todo pintado, incluso me pegué la paliza de pintar 25 edificios en detalle este verano, qué menos que lo estén los ejércitos. :)

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